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Enología

Las nuevas y extrañas cepas del vino argentino

Las bodegas invierten tiempo y conocimientos para elaborar ejemplares sorprendentes a partir de uvas no tradicionales. Elegirlos es acceder a experiencias de consumo fuera de serie. Repasamos las mejores -y más extrañas- nuevas cepas.

Si se mira con atención, de un tiempo a esta parte, las góndolas de las vinotecas (y también las de algunos supermercados) exhiben ejemplares argentinos de cepas que apenas nos suenan o que directamente jamás escuchamos nombrar. Cordisco, Ancellotta, Marselan, Pedro Giménez, Gewürztraminer, Marsanne, Barbera, Garnacha, Raboso, Caladoc, Pinot Gris… y la lista continúa. Son varias las bodegas, grandes y pequeñas, que apuestan al uso de variedades experimentales.


Así es: estamos ante una tendencia que responde, por un lado, a una búsqueda de los productores por diferenciarse y cautivar a un consumidor de vino cada vez más exigente y curioso y, por el otro, a la demanda de un público -muchas veces joven, muchas veces conocedor del mundo del vino- que busca sorprenderse y experimentar. Este círculo virtuoso se consolida con el aporte de los enólogos que, casi como un juego pero con mucha (pa)ciencia, pasión y dedicación, se embarcan en el desafío de trabajar con cepas sobre las cuales hay poca información o de las que casi no se sabe cómo responden a nuestros suelos y climas.

“Hoy, para diferenciarse, los productores usan estas cepas en vinos varietales -es decir, elaborados al menos en un 85% con la uva indicada en la etiqueta-, más allá de que muchas de ellas han sido usadas en cortes desde siempre y simplemente el consumidor no lo sabía. Si pienso en blancas hablo de Riesling, Gewürztraminer, Grüner Veltliner o Semillón. Si pienso en tintas, Criolla, Bonarda, Ancellota y Syrah son las que tienen una superficie cultivada representativa en el país y tienen oportunidad de crecer. Luego, hay grandes vinos producidos con cepas como Charbono, Canarí, Glera y Mourvedre, pero dada la poca producción, solo algunos afortunados acceden a estas botellas que, además, suelen tener un valor más elevado”, explica Marisol de la Fuente, sommelier y periodista especializada en vinos (www.solsommelier.com.ar).

La experta recomienda fervorosamente indagar en estos nuevos varietales para “desarrollar los sentidos y apreciar las diferencias en cada tipo de vino”. Hay para entretenerse: se calcula que existen en el mundo alrededor de 5000 variedades de uvas de las cuales hoy se utilizan unas 300 para vinificar. De ese total, solo una pequeña fracción se cultiva en nuestro país, pero muchas bodegas locales trabajan fuerte para que las opciones continúen en ascenso. Y por cada una de estas uvas poco tradicionales que se incorpora, se abre todo un abanico de posibilidades según en qué región del país se cultive y las decisiones que se tomen durante todo el proceso de elaboración, porque si bien cada una tiene su propio set de aromas, sabores y color, “el bouquet completo dependerá del terroir -suelo, altura, clima- y de los trabajos en el viñedo y en la finca”, asegura De la Fuente.

Un desafío para los enólogos

Puestos a considerar el principal problema que supone elaborar vinos a partir de variedades no tradicionales, los enólogos coinciden en apuntar a la falta de fuentes de información, lo cual implica arrancar casi de cero. Esto es aún más complejo con ciertas cepas que a veces ni siquiera están registradas en el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Por ejemplo, la mendocina Krontiras Wines trabaja en Luján de Cuyo la Asyrtiko, una uva blanca originaria de la isla de Santorini, Grecia, de la cual no hay prácticamente registros de su cultivo en Argentina. Esta misma bodega, tras varios años de investigación, sacó al mercado su Krontiras Explore Agliánico, elaborado a partir de esa uva tinta, también griega, que suele prosperar muy bien en suelos volcánicos.

Gabriel Bloise, enólogo de Chakana Wines, explica claramente por qué abordar cepas exóticas puede demandar décadas de trabajo: “Se trata de encontrar variedades que se adapten a cada lugar, de entender cuáles de las que crecen en otras zonas con climas y suelos similares, se pueden dar” en una región determinada. Quentin Pomier, enólogo de Bodega Piedra Negra, coincide, y sostiene que el desafío reside en expresar lo que brinda la naturaleza: “El objetivo es interpretar la variedad, su comportamiento en el lugar donde está plantada, cómo cultivarla, qué potencial nos da y, por ende, cómo vinificarla y criarla para que se exprese plenamente”, resume. ¡Menuda tarea!

El consumidor de vino es cada vez más exigente y curioso, y constantemente busca sorprenderse y experimentar. Por eso, los vinos exóticos son un gran producto.

¿Qué mueve a las bodegas y a los enólogos a incursionar en estos procesos de largo plazo que, además, no aseguran necesariamente finales felices? Bloise prefiere no hablar de tendencias: “Para nosotros la historia es otra, es una búsqueda y quizás por eso no esperamos resultados inmediatos sino que vamos probando. Cuando encontremos algo que nos haga felices entonces haremos un blend o un varietal de alguna cepa no convencional”, afirma.

La que es punta de lanza

Una de las tintas atípicas que más viene resonando en el último tiempo en Argentina es la Ancellotta. “Es la que más ha crecido en términos de superficie plantada. Esto pone de relieve que las bodegas estamos descubriendo una uva distinta e importante. Si bien en las etiquetas no figura tanto, se la suele usar como corte”, explica Eduardo Rodríguez, enólogo de Corbeau Wines, que ha tomado la bandera de este varietal para hacer de él una insignia de la bodega.

De hecho, Corbeau cuenta con el viñedo de Ancellotta más grande del país (90 hectáreas), ubicado en San Martín, Mendoza. Para llegar al Pixels Ancellota y al flamante Mad Bird Reposado Ancellotta 2018, el trabajo fue arduo: “Cuando comenzamos, hace 13 años, todo era prueba y error. Lleva mucho tiempo conocer cómo trabajar con una nueva variedad. Incluso hoy -cuando creemos que ya la conocemos lo suficiente-, seguimos realizando pruebas”, cuenta Rodríguez. La bodega también incursiona con otras uvas poco tradicionales: lanzó un espumoso a base de Roussanne y Marsanne, dos variedades no tan conocidas en Argentina pero que constituyen un blend muy utilizado en Francia.

En el caso de Chakana, las pruebas preliminares con Ancellotta no arrojaron los resultados deseados. “Donde la plantamos no funcionó”, cuenta Bloise. Sin embargo, “variedades como Garnacha y Mourvèdre van muy bien, lo mismo que Petit Verdot, aunque no incluiría esta última entre las no convencionales”, sostiene el enólogo, y cuenta que la Petit Verdot la incluyeron en el Nuna Tetrada, un corte inusual orgánico y biodinámico que conjuga esa uva con Tannat, Cabernet Franc y Malbec.

Dos blancas atípicas

En su finca orgánica localizada en Los Chacayes, Valle de Uco (Mendoza), Bodega Piedra Negra trabaja con dos blancas poco cultivadas en Argentina, las cuales han ido tomando protagonismo en su portfolio: Pinot Gris y Tocai Friulano. La primera es un clon del Pinot Noir que se cultiva en todo el mundo pero que en Argentina ocupa apenas 491 hectáreas, según los datos que arroja el INV en su Informe anual de superficie 2020.

Marisol de la Fuente, sommelier y periodista de vinos.

Se caracteriza por su color grisáceo o marrón-rosado y por ser refrescante y de delicado aroma. En tanto, la Tocai Friulano es una variedad italiana no muy difundida en nuestra tierra pero que aquí -dicen los expertos- ha logrado adquirir personalidad y diferenciarse de las tradicionales Chardonnay y Sauvignon Blanc con sus aromas intensos y buen equilibrio. Piedra Negra sacó al mercado un Pinot Gris Orgánico y, dentro de la línea Jackot, su Tocai Friulano Orgánico, un vino que el enólogo de la bodega no duda en calificar como “muy sorprendente de contrastes”. Lo recomienda a quienes buscan experiencias memorables.

Famosas afuera, novedosas acá

Cordisco es el nombre que recibe en nuestro país la variedad italiana Montepulciano d’Abruzzo. Es una cepa introducida por los inmigrantes de ese país, pero aún hay muy poca superficie cultivada en Argentina (80.7 hectáreas según el informe del INV). Los Durigutti, haciendo honor a su origen, consiguieron el material genético de un viñedo en extinción en San Juan, lo llevaron a Mendoza y lo reprodujeron y plantaron. “Hoy tenemos 0,8 hectáreas y producimos unas 3.500 botellas por año con esa cepa”, cuenta Héctor Durigutti, de Durigutti Family Winemaker. ¿El resultado? Un tinto fresco y con fruta muy viva que hoy integra la línea Proyecto Las Compuertas y que, según cuenta el enólogo, “ha tenido una gran aceptación especialmente entre los jóvenes y en gastronomía, porque es fácil de beber y con un alcohol muy amable”.

Otra variedad que es muy conocida en el mundo pero incipiente en la Argentina es la Riesling, que aquí se cultiva en apenas 74.4 hectáreas. En este caso es una uva blanca originaria de Alemania que también se cultiva en Francia y otros países, generalmente en regiones de clima fresco. En Argentina, Luigi Bosca la viene trabajando desde hace tiempo: “Comenzamos probando en la década del 80 en Finca El Paraíso (Maipú) para terminar cultivándola en Finca Los Nobles (Las Compuertas) en la década del 2000″, cuenta Pablo Cúneo, director de Enología de la bodega. El resultado de esos estudios -que incluyeron la selección del material vegetal y la selección del sitio donde mejor se expresaran las características varietales- es el Luigi Bosca Riesling. “En cuanto a la vinificación, también hemos recorrido un camino de aprendizaje que aún continúa. En este aspecto es muy importante la definición del momento de cosecha y el manejo de las fermentaciones para lograr una expresión típica”, señala el enólogo.

Manuel Pérez Caffe, ingeniero agrónomo y cocreador de Sarapura Wines, también destaca “el resurgimiento de variedades llamadas ‘tintas B’, como el Syrah, el Bonarda, el Merlot y el Tempranillo”. La bodega lanzó su Tempranillo en la primera añada y sorprendió a un público poco habituado a beber vinos que la tuvieran como cepa principal. “En la segunda, hicimos base en el Merlot y pasó lo mismo”, subraya. Es que la novedad a veces viene de la mano de lo que ya conocemos, solo que pensado (y procesado) de una manera disruptiva. Semillón, Tempranillo, Criolla, Tannat, Chenin Blanc o Sangiovese, algunas variedades tradicionales que vuelven al ruedo y tientan a los consumidores.

Algunas cifras

Entre 2000 y 2020 el Malbec arrasó en crecimiento de hectáreas cultivadas. Entre las menos tradicionales, algunas parecen querer mostrarse. Lógicamente, la cantidad de hectáreas cultivadas en la Argentina con cepas no tradicionales es ínfima en relación con la que ocupan las variedades que sirven de base a los vinos más valorados por los consumidores locales e internacionales.

Mientras que existen 45.650 hectáreas de Malbec y 14.100 de Cabernet Sauvignon, por nombrar dos poderosas, hay apenas 50 de Agliánico, 80 de Cordisco, 31 de Garnacha, 22 de Raboso y 74 de Riesling. Entre las raras, se destacan la Ancellotta, con 2.200 hectáreas, y el Pinot Gris, con 490. (Fuente: Informe Anual de Superficie 2020 INV).

Quién te ha visto y quién te ve

En el mundo del vino resuenan nombres de variedades ‘pasadas de moda’ que hoy regresan renovadas. En la que podríamos caracterizar como una búsqueda casi frenética de experiencias nuevas, los consumidores no solo se animan a cepas desconocidas sino también a otras que tuvieron su época de gloria y habían pasado al olvido, pero que hoy vuelven con un concepto diferente. “Una cepa que está resurgiendo es el Tannat. Y hay otras variedades que son tradicionales, como la Criolla, con las que siempre se hicieron vinos baratos, pero ahora se usan para hacer cosas nuevas”, observa Gustavo Bertagna, primer enólogo de bodega de Susana Balbo, al tiempo que también destaca la llegada de novedades a partir del uso de técnicas no tradicionales con variedades que sí lo son.

En ese rescate de viejas conocidas, Andeluna ha apostado por el Semillón, una variedad muy utilizada a mediados del siglo XX pero para hacer cortes o vinos en los que no se mencionaba el cepaje. “Encontramos este varietal en Valle de Uco, con muchos años de plantación, y me pareció súper interesante contribuir a su resurgimiento. Vemos que en el mundo, en general, hay un interés creciente por el Semillón y, si bien en Argentina aún hay pocas hectáreas cultivadas, se están elaborando muy buenos vinos”, cuenta Manuel González Bals, enólogo de la bodega.

Hay muchas uvas que son famosas afuera, pero que acá son una novedad y que generan un gran impacto al desarrollar nuevos vinos.

Otra variedad representativa en el pasado que había caído en el olvido es la Chenin Blanc. “A raíz de una selección realizada por el INTA en la década del 80 buscando una mayor y mejor productividad, la cepa comenzó a dar vinos de baja calidad, con pocos aromas y gustos”, explica Roberto De la Mota, enólogo de Bodega Mendel. Por suerte, algunos productores continuaron elaborando las viejas variedades tradicionales. A partir de 2009, Mendel decidió producir Semillón y luego Chenin Blanc. “Además de poseer las uvas y tener la intención de reivindicar estos nobles cepajes, debo sumar la experiencia de haberlos elaborado en el pasado, cuando trabajaba con mi padre, con buenos resultados”, destaca De la Mota. Cuenta que la historia ha sido similar con el Merlot: “Es un excelente cepaje que ha tenido mala prensa luego de un film en el que se lo criticaba mucho”, recuerda, aludiendo al film Entre Copas. La clave, dice, es “cultivarlo en zonas frescas para conservar los aromas afrutados y sus características varietales”.

Este ha sido un brevísimo resumen de algunas propuestas del mercado. Hay muchísimas opciones más y todas merecen ser degustadas porque las bodegas las las vienen trabajando a conciencia. Si la idea es sorprendernos e incrementar nuestra capacidad de percepción de aromas y sabores, tenemos que olvidarnos de tomar siempre lo mismo. ¿Listos para aventurarse en la búsqueda?

Fuente: REDACCIÓN RÍO NEGRO

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Bodegas

UN NUEVO TERRUÑO QUE ABRE EL PANORAMA PARA EL VINO ARGENTINO

Está ubicado en San Juan y ofrece vinos de características muy particulares. Se ha avanzado con la exploración, pero aún queda mucho por descubrir.

Uno de los grandes desafíos que tiene el vino argentino es poder encontrar mayor diversidad, sobre todo en el Malbec, que es la nave insignia de los vinos nacionales y que puede mostrar diferentes caras según donde se cultiva.

En ese camino se encuentra Bodegas Salentein, que desde el año 2008 comenzó a explorar el Valle de Pedernal, en la provincia de San Juan. Un lugar único, donde se ubica su viñedo Pyros, que también le da características únicas a sus vinos. Es realmente una gran apuesta, junto a otros productores de la zona, poder desarrollar este lugar que le da un nuevo perfil al Malbec.

“El viñedo Pyros, dentro del Valle de Perdernal, se encuentra en el extremo sur, donde termina la sierra que lleva el nombre del valle y creemos que se pueden hacer vinos de clase mundial en este lugar”, explica Matías Bauzá Moreno, Gerente de Marketing de Salentein Wines.

“Siempre buscamos potenciar las particularidades del lugar, hablar de terroir, ya que rompe con los esquemas que conocemos de los terruños ubicados en San Juan, donde el calor y la sequedad predominan. Aquí es bastante fresco y el suelo es muy particular, donde la piedra en sí es calcárea”, comenta Paula Gonzalez, enóloga de Pyros Wines.

Justamente se habla mucho del calcáreo y su presencia en los vinos. No se sabe a ciencia cierta si la piedra transmite elementos directos al vino. “En lo personal, creo hace que los vinos sean más lineales, y que se destaquen por la textura, y donde la acidez y la presencia de fruta marcan la diferencia”, remarca la enóloga.

Un dato que llama la atención sobre este tema, es que el Valle de Pedernal es parte de sólo ese 7% de los viñedos mundiales donde hay presencia de calcáreo geológico. Esto lo transforma en un lugar irrepetible de la vitivinicultura argentina.

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Enología

Alejandro Vigil y Laura Catena lanzaron la “nueva Biblia” del vino: de qué se trata “Malbec mon amour”

Los referentes del mundo del vino presentaron su nuevo libro, el primero juntos, en el que combinan de manera didáctica y para todo público la historia, geología y anécdotas acerca del varietal insignia de Argentina.

Con las primeras copias en español en sus manos y ante un reducido grupo del que Los Andes fue parte, Laura Catena Alejandro Vigil, dos de las personas más influyentes en la vitivinicultura moderna argentina, presentaron “Malbec mon amour”, su primer libro juntos. Se trata de un ejemplar que con una moderna edición y contenido académico de primer nivel promete convertirse en la “nueva Biblia” del vino nacional.

La idea de escribir algo juntos estuvo siempre en la cabeza de ambos, pero el agitado ritmo de sus vidas dilató el anhelo. Finalmente, en 2017 decidieron comenzar con este trabajo que, pandemia de por medio, hoy ve la luz de la mano de la editorial Catapulta, con la promesa de convertirse en fuente de consulta obligada para cualquiera que quiera hablar del MalbecY Argentina tendrá el lujo de tenerlo primero que nadie, ya que la edición en español estará disponible en los próximos días en todas las librerías, mientras que las ediciones en inglés y portugués recién llegarán al mercado en 2022.

“Hace más de 10 años y antes de que publicara ‘Oro en los viñedos’, Alejandro me había dicho que quería escribir un libro sobre el Malbec y, para mi fue un gran honor, me dijo que quería hacerlo conmigo. Durante años hacíamos chistes de que íbamos a hacerlo. Hasta que dijimos ‘vamos a escribir el libro’”, recordó Laura Catena.

Pese a que se define como médica o investigadora, Laura Catena puede sumar a su currículum el oficio de escritora, un talento que ha pulido en su ya tercer libro, después de “Vino Argentino, An Insider’s Guide to the Wines and Wine Country of Argentina” y “Oro en los viñedos”. Por su parte, podría decirse que Alejandro completó con su debut bibliográfico la conocida premisa de “escribir un libro, plantar un árbol -sin dudas que lo ha hecho y con mucho éxito-, y tener un hijo”.

“Tiene partes muy profundas y otras que tienen que ver con lo que nos escribimos todos los días”, comentó Alejandro Vigil. Y, más allá de que ambos vienen del mundo de la investigación, en el libro decidieron volcar todo el conocimiento técnico y explicar cómo y por qué el Malbec se convirtió en una marca identitaria y de excelencia del vino argentino en el mundo de manera tal que pueda disfrutarlo todo el público.

«Malbec mon amour» ya está disponible en su versión en español. – Los Andes

CÓMO NACIÓ “MALBEC MON AMOUR”

“Nadie tiene tanta información de los suelos de Mendoza y de cómo afectan el sabor del vino como Alejandro y el Catena Institute”, destacó Catena. Y el deseo de compartir todo ese conocimiento con la gente fue lo que dio origen a “Mon amour Malbec”

El concepto del libro nació de la cotidianeidad de la relación laboral de Laura y Alejandro. Los autores aseguraron que las primeras páginas comenzaron a escribirlas luego de un viaje en auto, algo que sucede habitualmente cuando la hija de Nicolás Catena llega al país y el enólogo la pone al tanto personalmente de todo lo que ha sucedido en su ausencia, mientras recorren los viñedos y las bodegas de la familia. “Si tenemos un tema muy importante del cual hablar, arriba del auto no hay escape”, reconoció Vigil, sobre el génesis de la obra.

Pensamos que tenía que ser un libro con todo lo que quieras saber sobre el Malbec. Nosotros estamos enamorados de este varietal y creemos que no hay geología si no hay historia, pero también tenía que tener los viajes al viñedo que hacemos con Alejandro”, aseguró Catena.

Así, a lo largo y ancho de las páginas y con ilustraciones, gráficos y fotografías que ayudan a una rápida lectura, los autores hacen un viaje en su auto por todo lo que han investigado acerca del Malbec, combinado por anécdotas, viajes y situaciones cotidianas que han vivido en su trabajo. Es un recorrido que va desde los inicios del varietal en la época del Imperio Romano, pasando por etapa colonial, su llegada a Argentina, la evolución de la industria, la influencia de la familia Catena, la geología mendocina y la importancia del terroir, hasta distintas regiones del vino en la provincia.

Tiene cosas de investigación que hemos hecho con el Catena Institute, pero también cosas más relajadas. En 20 años trabajando juntos tenemos mil anécdotas que nos han pasado. También nos abre para hacer más adelante cosas más científicas o académicas”, dijo Alejandro Vigil sobre el contenido del libro.

Alejandro Vigil y Laura Catena llevan más de 20 años trabajando juntos. – Los Andes

OPUESTOS Y COMPLEMENTARIOS

Si habláramos de maridajes, la combinación perfecta que logran las personalidades de Laura y Alejandro es claramente por contraste. Aunque ambos se definen totalmente opuestos, algo que reflejan en las histriónicas ilustraciones del libro, logran complementarse a la perfección, logrando una sociedad de trabajo que desde hace dos décadas es una de las más exitosas en el mundo del vino.

Pero no todas son diferencias. El hecho de que el libro esté acompañado por ilustraciones, donde aparecen ellos personificados por dos artistas distintas y además se van encontrando en los personajes históricos que acompañan el relato, nació por el gusto en común que ambos tienen por el arte. “Es algo muy serio, pero nos permitimos jugar con ciertos elementos”, destacó el enólogo.

También en la banda sonora que han elegido para el Malbec, donde variando los estilos entre los clásicos y el rock, cada uno definió la expresión del varietal en cada zona mendocina con un artista que lo representa.

Laura Catena regresó a Mendoza y presentó su nuevo libro. – Los Andes

La complementariedad también se dio en el nombre, algo que surgió del fanatismo de Laura por “Hiroshima mon amour” y la cultura francesa, algo que Alejandro respaldó sin dudarlo. “Es bastante imposible que si a mi me gusta mucho una idea a él le parezca mala y viceversa”, reconoció la médica. “Si hay algo raro, hasta el que la dijo termina descartándola”, completó Vigil.

Para lograr el resultado final, Laura y Alejandro pasaron horas y horas de charlas, reuniones y repaso de esas charlas, para corroborar cada detalle de lo que iban a publicar. “Es como cuando haces un ‘fact check’, no nos podíamos equivocar porque este libro se va a convertir en Biblia”, declaró Laura Catena.

Alejandro Vigil presentó su primer libro. – Los Andes

La vuelta a los orígenes

Más allá del libro, Laura Catena y Alejandro Vigil también hablaron de algunos de los proyectos que se vienen para Catena Zapata. Así como en breve -aunque sin fecha definida- abrirán nuevamente al público “La Pirámide” con una propuesta enoturística, también hablaron de su deseo de regresar a donde comenzó todo, el Este mendocino.

“Vamos a revivir el Este”, fue la promesa de Laura Catena, mientras que Alejandro Vigil anticipó: “Lo vamos a revivir para vinos de alta calidad. Nosotros tenemos que apuntar ahí. Estamos apuntando a hacer el primer gran vino argentino del Este, nos gusta eso”. Aunque aclararon que la mira no está puesta en el Malbec, sino en otras variedades como Bonarda, Criolla, Garnacha, Pedro Giménez, Palomino, entre otras.

Fuente: Los Andes

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Enología Turismo

WINELOVERS: YA ESTÁ DISPONIBLE LA “AGENDA DEL VINO 2022”

Un producto ideal para todos los amantes del vino y también para quienes quieren acercarse y aprender más sobre la Bebida Nacional. Una agenda práctica y de alta calidad que permite a los usuarios organizar sus tareas y actividades durante todo el año, además de acceder a información vitivinícola y hasta vouchers con descuentos y promociones.

La Agenda del Vino 2022 se trata de una agenda temática en papel que tiene al vino argentino y al enoturismo como protagonistas. Cada uno de los doce meses del año tiene asignada una cepa y en cada semana hay contenido especial sobre ella: dónde se produce en Argentina, cuáles son sus características, cuál es su origen, qué aromas buscar en la copa, vinos icónicos, tips de servicio, sugerencias de maridajes y algunas recetas.

Además contiene información sobre ferias y eventos del vino que se celebran a lo largo del año en distintas ciudades del país.

Cuenta con una sección especial dedicada al turismo del vino que contiene los mapas de los Caminos del Vino en las distintas regiones del país. Trae también fichas de degustación (con mini guía de cómo utilizarlas), la Rueda de Aromas del Vino, guía de los colores del vino, frases inspiradoras, “vinogramas”, “enovocabulario” para aprender las palabras del vino, apartados especiales para anotar vinos recomendados, para armar ranking mensual, anual y un nutrido etcétera.

Una agenda temática para disfrutar durante todo el año.

En esta primera edición, la guía incluye una sección de vouchers donde se presentan una serie de descuentos y promociones para que los usuarios de La Agenda puedan disfrutar en diversas bodegas y emprendimientos relacionados con el mundo del vino.

Datos técnicos: agenda en papel tamaño A5, papel Book Ivory de 75 gramo., tapas duras con stamping oro y acabado mate, páginas especiales full color en papel ilustración, anillado metálico color cobre, señalador imantado, elástico.

La Agenda fue desarrollada por Córdoba Wine Travel, una empresa que se dedica a organizar paseos a bodegas y viñedos recorriendo los Caminos del Vino de Córdoba desde 2018 y proponiendo diversas actividades en torno al vino. El equipo está integrado por Laura Gissara (sommelier), Mariano Saieg (productor), el ilustrador Ramiro Buteler y el diseñador Hernán Sieber.

Cada uno de los doce meses del año tiene asignada una cepa diferente.

Puntos de venta

En Mendoza, la agenda es distribuida y puede conseguirse a través de El Descorche Diario.  También está disponible en Hotel Diplomatic, La Casa del Visitante Bodega Santa Julia, La Enoteca (Fondo Vitivinícola), Casa Vigil y  distintos puntos turísticos, bodegas y hoteles.


Más info y ventas en Mendoza:

El Descorche Diario (ventas): +54 9 261 5 668 662

Mail: eldescorchediario@gmail.com

En Córdoba:

Mariano Saieg: (0351) 153-058862
Mail: cordobawinetravel@gmail.com