Las frías y oscuras tardes de julio nos invitan a quedarnos en casa, tomar un buen chal, una buena serie y, por qué no, acompañarlo con un buen vino. Disfrutar de este icónico brebaje nacional muchas veces está asociado a ocasiones especiales y/o más formales, cuando en realidad son un gran complemento para esta época del año donde solemos estar más encerrados.
En invierno las parras descansan y se preparan para esperar la primavera y volver a brotar, pero eso no significa que nosotros también tengamos que esperar a la primavera para volver a disfrutar del vino.
Junto a los expertos de La Vinoteca, te compartimos una breve guía práctica sobre las mejores cepas para consumir en días fríos y diferentes tips para disfrutarlas adecuadamente en esta época invernal.
Cepas recomendadas para tomar en invierno
Si hablamos de vino, hay que diferenciar entre blancos y tintos. En gustos no hay nada escrito, por lo que dependerá de cada persona cuál de estos prefiera consumir. Si se opta por un vino blanco, el Chardonnay o el Semillón serían los más recomendados, dado que por su volumen y estructura en boca, armonizan bien con sopas y guisos.
Para el caso de los amantes del vino tinto, sin duda un Cabernet Sauvignon, Carménère, Syrah, ensamblajes y/o Malbec, podrían ser óptimas recomendaciones para deleitar este frío invierno.
Temperatura de consumo del vino
Más allá del tipo de vino que se elija tomar, para poder disfrutarlo adecuadamente, el factor fundamental que hay que considerar es la temperatura de este, para así desatar todas las propiedades que este emblemático brebaje puede brindar.
En el caso de los tintos más tradicionales, sin importar la época del año, debería ser entre 17º y 18º grados. Para los blancos, la óptima temperatura no debería ser mayor a los 10º grados ni menor a los 8º.
Comidas invernales ideales para acompañar cada cepa
Con el frío, la lluvia y las tardes más oscuras, la comida más calórica y los guisos van tomando protagonismo. Uno de los mayores placeres de esta época invernal es comer platos típicos chilenos y, ¡qué mejor que acompañarlos con un buen vino nacional!
Pero, ¿cómo saber qué vino va con qué comida?
“Para los vinos blancos de las cepas mencionadas, un caldillo de congrio y sopas en general, como la de zapallo, cebolla y/o espárragos, son una gran opción. En cuanto a los tintos, lo ideal es acompañarlos con un charquicán y/o cazuela”, sugiere La Vinoteca.
Implementos recomendados para apreciar aún mejor el vino
Sin duda un elemento que no muchos consideran, pero que ayuda directamente en el consumo adecuado de un buen vino, son los implementos que se usan para intensificar su sabor. Dentro de este punto, una buena copa, idealmente de vidrio, con un pie y que tenga un cáliz (parte ancha de la copa) bien amplio, será agradecido por tu paladar.
Por otro lado, utilizar oxigenadores y decantadores es una gran recomendación para utilizar previo al consumo de este brebaje. La idea es “airear” el vino durante unos 30 minutos en el decantador para así incentivar la oxigenación de este antes del consumo y asegurarse realmente de poder sentir todos los sabores y aromas que este nos busca entregar.
Finalmente, para poder preservar el vino una vez abierto, un gran acierto es contar con una bomba de vacío, el cual es un dispositivo que cumple la función de quitar oxígeno de la botella de vino para así crear una especie de “vacío” que evita la oxidación temprana del vino y mantiene más tiempo las cualidades de este.
Invierno o verano, siempre es momento para disfrutar de un buen vino. Encuentra todo lo que necesitas del mundo vinícola y gastronómico en La Vinoteca: beber, comer y sentir. ¡Este invierno date un gusto con lo mejor del vino nacional!
El Albariño es una variedad de uva blanca que se prepara para festejar su día internacional. No son muchos los que existen en el país, pero uno de los más sorprendentes los tiene la Bodega Trapiche Costa & Pampa, ubicada sobre la costa atlántica argentina. La firma trajo este varietal en el año 2014 de Galicia. Una cepa que estaba muy poco difundida en nuestro país y que se ha adaptado con gran éxito al clima oceánico.
Es un vino con bastante volumen en boca y complejidad, lo cual armoniza un poco su frescura. Tiene una acidez natural bastante elevada y a la vez es súper expresivo aromáticamente. En vista presenta un color verdoso, con aromas a frutas de carozo como el durazno blanco y damasco, y notas florales.
El Albariño 2021 de la Bodega Trapiche Costa & Pampa es un vino que tiene 10 meses de crianza sobre lías y es la primera añada en salir con tapa a rosca. ¿Qué es la crianza sobre lías? Son principalmente las levaduras muertas que realizan la fermentación de los vinos, y que se ponen en suspensión una vez al mes a través de un battonage. Este proceso permite que las lías vayan liberando en el vino una sustancia llamada manoproteínas que ayuda a generar sensación de volumen en boca y principalmente a proteger al vino frente a procesos oxidativos.
Este vino tan cuidado recibió un excelente puntaje de Tim Atkin, el maestro del vino británico y periodista, locutor y comentarista de vinos, que es también juez de varios concursos internacionales de vinos y fotógrafo. Este reconocido Master of Wine estuvo 25 días en el país a principios del año 2022 y degustó más de 1500 etiquetas de cerca de 260 bodegas.
“Este Albariño atlántico de Trapiche Wines se pone cada vez mejor”, dijo en su posteo acompañándolo de una imagen de la botella del vino de la costa atlántica.
Por su parte, Ezequiel Ortego en su rol de enólogo de la bodega, comentó: “Tim Atkin escribe para las publicaciones de vinos más importantes de Inglaterra y cuando él te da el visto bueno en los vinos, te abre las puertas a muchos mercados y despierta la atención de muchos consumidores. Para nosotros es un gran reconocimiento para el trabajo que hacemos en Costa & Pampa y para todos los vinos de la provincia”.
Bodega Luigi Bosca obtuvo la medalla de Oro por su vino Finca Los Nobles Cabernet Bouchet 2018 y una medalla de Plata por su vino Luigi Bosca De Sangre Cabernet Sauvignon 2019 en el concurso The Global Cabernet Sauvignon Masters 2022. El certamen, organizado por la revista especializada inglesa “The Drink Business”, reconoce anualmente a los mejores Cabernet Sauvignon del mundo, con la participación de un reconocido jurado internacional.
En cada edición, The Global Cabernet Sauvignon Masters valora los vinos que provienen de una región famosa por la uva o de una zona vitivinícola menos conocida. Los ejemplares mejores rankeados reciben las medallas de Oro, Plata o Bronce según su resultado, y aquellas expresiones que se destacan por ser sobresalientes en su campo reciben el máximo galardón: el título de “Cabernet Sauvignon Master”.
“Desde Luigi Bosca tenemos una historia muy cercana al Cabernet Sauvignon, con más de 60 años trabajando en la selección de materiales, formas de conducción y zonas de cultivo. Por eso, nos sentimos muy honrados por este reconocimiento que, sin dudas, es el resultado de la dedicación, el esfuerzo y la perseverancia de todo un equipo de trabajo que comparte la misma pasión por hacer vinos de excelencia, cuidando cada detalle de la elaboración, para llevar la auténtica expresión del terruño mendocino al mundo”, sostuvo Pablo Cúneo, director de Enología de Luigi Bosca.
Pablo Cúneo, director de Enología de la bodega.
Luigi Bosca Finca Los Nobles Cabernet Bouchet 2018 es un field blend robusto, elaborado a partir de parcelas especialmente seleccionadas de fincas propias situadas en Las Compuertas. Un vino de color rojo rubí profundo con reflejos caoba. Sus aromas son equilibrados y elegantes, con notas de frutos maduros, especias, cuero y suaves ahumados de la crianza. En boca es imponente, con una frescura equilibrada y un carácter especiado intenso. Es un tinto de terroir, con gran potencial de guarda.
Finca Los Nobles Cabernet Bouchet.
Por su lado, Luigi Bosca De Sangre Cabernet Sauvignon 2019 es un vino sumamente expresivo y elegante, con gran carácter y precisión, elaborado a partir de parcelas especialmente seleccionadas de fincas propias situadas en Las Compuertas, Agrelo, Gualtallary y Altamira.
De excelente tipicidad varietal, en sus aromas predominan la fruta negra y las notas de pimienta, y en paladar se muestra compacto y tenso, con muy buena estructura y cuerpo. Un tinto con un fuerte sentido de pertenencia, cuyo carácter y complejidad dan cuenta de lo que esta variedad es capaz de expresar en nuestro país.
Luigi Bosca De Sangre Cabernet Sauvignon.
Todos los vinos de Bodega Luigi Bosca se pueden adquirir en su tienda online: www.tienda.luigibosca.com
En esta producción, 6 etiquetas recomendadas por la periodista Elisabeth Checa, incluidas en la edición número 15 de su guía Los buenos vinos argentinos.
Elegir un vino en un contexto en el que hay una enorme cantidad de etiquetas, de diferentes estilos y precios, puede no resultar una tarea sencilla. El universo de etiquetas se amplió notablemente y por eso, la mirada de un ojo (o paladar) experto, nunca está de más. Más aun cuando quien los recomienda es Elisabeth Checa, la reconocida periodista de vinos y gastronomía que está presentando la edición número 15 de su ya clásica guía «Los buenos vinos argentinos».
Para Checa, es clave que los consumidores no se asusten al abordar este mundo. Y fiel a su estilo, le saca ese ropaje de solemnidad a la hora de recomendar qué vinos ricos podemos probar.
Por eso, le pedimos que sugiriera 6 buenos vinos tintos perfectos para el invierno, incluidos en su guía, y esta fue su selección:
Original combinación de Malbec con Cabernet Franc y Tannat. De buena expresión, algo fluido y con taninos pastosos, con cierta frescura y no tan profundo ni carnoso como el Malbec, pero con buen carácter y fuerza de lugar. Merece un gigot horneado, bien jugoso.
Creado a fines de los 90 y elaborado con uvas de un viñedo plantado en 1908, sigue siendo un gran exponente de la Primera Zona. Blend sobre la base de Malbec, con toques de Cabernet Sauvignon y Merlot, creado por Hervé Joyaux Fabre y vinificado por el enólogo Juan Bruzzone. En sus aromas se siente la madurez de la zona y de la cosecha; hay frutas negras y especias, con la crianza que acompaña. Voluptuoso y amable, con cierta frescura y buen agarre. Nos gusta con un gigot de cordero jugoso al horno, perfumado con romero.
Pasan los años y este vino sigue siendo la referencia de este varietal muy argentino, más allá de su origen. Sus aromas densos y equilibrados, con un dejo más herbal, hablan de tipicidad y estilo. Mientras que sus taninos casi firmes y su buena frescura integrada resaltan el carácter de este vino, con mucha juventud y más vida por delante. Recordamos su consagración en Vinitaly, hace años. Seguimos eligiéndolo a la hora de los ravioli de La Alacena.
Este blend argentino, tradicional pero también original por prescindir del Malbec, fue el que le dio nombre a la flamante línea de vinos de la bodega. Hoy, denominado Red Blend, a base de Cabernet Sauvignon, con toques de Syrah y Merlot, provenientes de Agrelo y Las Compuertas. Mantiene su clasicismo con buena expresión, bien apoyada en las especias y frutas maduras. Paladar amable con taninos incipientes y la crianza muy bien integrada. Lo probamos con morcillas y manzanas doradas, como en Lyon. Sangre con sangre.
Es una de las novedades patagónicas del joven hacedor Juan Pablo Murgia, un Merlot orgánico certificado, con un carácter diferente. Aromas herbales y paladar fluido, también fresco. La madera y lo herbal se integran en boca, y posee cierta potencia que le da profundidad, aunque no sea un vino carnoso. Es más, sorprende por su paso liviano. Sobre el final asoman algo de tierra mojada y especias. Lo probamos junto a los viñedos con un tierno corderito a las brasas. Inolvidable.
Vino de parcela que expresa las características del terroir. De aromas generosos y frescos, algo compacto en sus expresiones en boca, con leves dejos especiados. Trago mordiente fino, con buena densidad en boca. Texturas consistentes, agradable frescura y la crianza que se percibe con algo de protagonismo. Se nota el potencial y la frescura del lugar. Nos gusta con un chivito al asador. O con un locro potente.
Vinos para descubrir
Para la edición número 15 de Los buenos vinos argentinos, Checa cató más de 650 vinos de más de un centenar de bodegas. El resultado final es una guía súper práctica, en la que no se puntúan los vinos sino que el lector se encontrará con apreciaciones y sugerencias, ideal para quien busca recomendaciones sobre qué vinos disfrutar en distintas ocasiones y combinarlo con diferentes comidas.
«Tratamos de ser poco complicados, es importante que los consumidores no se asusten con el vino. Comunicamos el vino y siempre proponemos un acuerdo con diferentes gastronomías o momentos. Sostenemos que el vino es el vino y sus circunstancias», explica Checa, en diálogo con iProfesional.
Apasionada por los blancos, la periodista confirma que «me gustan cada vez más». Y, respecto de los vinos que más le llamaron la atención afirma que «este año me deslumbró un Chardonnay del Valle del Pedernal y un Torrontés salteño, de Pucará».
«Me gustan las nuevas versiones del Chenin y del Semillón, esos cepajes alguna vez bastardeados. Además, me gustan cada vez más los blends de blancas», acota.
Sobre el Malbec, Checa reflexiona: «Estamos en una etapa muy interesante, hay otras miradas sobre el Malbec, con menos madera, menos voluptuoso. Hay notables Malbec orgánicos».
Entre las etiquetas que recomienda y que están incluidas en la guía (en la que colaboró el sommelier Fabricio Portelli) a lo largo de sus 272 páginas, figura un Malbec de maceración carbónica bautizado Karma, de Finca Sophenia, una de las bodegas pioneras en Gualtallary.
En tanto, explica que hay algunas bodegas que comenzaron a elaborar blancos de Malbec, «pero no encontré aún alguno que me haya deslumbrado; en cambio, probé varios Malbec rosados que están muy bien, secos y ligeros. Y hasta un Malbec tratado como petillant natural».
Los Buenos Vinos Argentinos se vende en las principales librerías del país a $3.900 o en formato eBook en Google Play Libros, a un precio de $1.950.
Dos emprendedores idearon un proyecto turístico que muestra lo mejor de las bodegas de Mendoza, a través de una experiencia innovadora, saludable y única.
Nicolás Caggiano y Hernán Vega, dos amigos ingenieros, tuvieron una idea que en un principio parecía una locura. Sin embargo, y para sorpresa de todos, este invento tuvo un gran éxito dentro del turísmo mendocino.
Ambos crearon un curioso vehículo con la idea de recorrer los viñedos y bodegas de Mendoza, mientras se hace ejercicio y se degustan vinos. El invento consta de una especie de bicicleta colectiva, en la que 12 viajeros pedalean frente a una barra con una copa en la mano.
Esta divertida y original experiencia para recorrer los Caminos del Vino y del Olivo, en Mendoza fue bautizada con el nombre de WineBeetle, que hace referencia al turismo enológico con la palabra vino (Wine), y al vehículo que se utiliza para desarrollar el tour, muchas piernas propulsoras, a través de un escarabajo (Beetle).
La propuesta invita a vivir una experiencia que dura todo el día, pedaleando entre viñedos, bodegas y olivícolas, a la vez que se degustan los mejores vinos y una picada con los más ricos productos regionales.
Además, resulta ideal para eventos corporativos, despedidas de solteros, casamientos, cumpleaños y cualquier tipo de grupo, entre otros.
WINEBEETLE: TRES TIPOS DE RECORRIDOS
La experiencia consiste en un recorrido por los caminos del Vino y del Olivo, en Mendoza, a bordo de esta bicicleta colectiva. Además, se ofrecen varias alternativas entre bodegas mendocinas.
Tour 1: visita a la olivícola La Melesca y la bodega Tempus Alba, con servicio a bordo que incluye una picada y vino. Finaliza con la llegada a la bodega, con visita y degustación.
Tour 2: visita a las Bodegas Vistandes o Carinae y a la olivícola La Melesca con el mismo formato de comidas del primer tour. Son dos trayectos en bici con visita y degustación.
Tour Low Cost: trayecto en bici con servicio a bordo. Incluye la visita guiada y degustación a una de las bodegas únicamente.
Un vino con certificación orgánica de Argentina obtuvo 97 puntos en el marco del certamen Decanter World Wine Awards. Así se elabora.
El vino argentino continúa sumando reconocimientos a nivel internacional. Ahora es el turno de un Malbec elaborado por el mayor productor de vinos orgánicos del país.
Se trata de Argento Single Vineyard Finca Agrelo Organic Malbec 2020, que se convirtió en el mejor vino Malbec orgánico en el Decanter World Wine Awards, concurso en el que obtuvo medalla de Platinum y 97 puntos.
Un punto interesante de este vino, que se produce en Agrelo, es que se consigue en vinotecas a $2.490.
Otro punto interesante es el terroir de este vino. Sucede que la bodega es una de las impulsoras de la Indicación Geográfica «Alto Agrelo», en Luján de Cuyo, Mendoza, que busca diferenciarse del clásico Agrelo no solo porque los viñedos están a una altura ligeramente mayor sino también por el tipo de suelo, que se presenta mucho más pedregoso y con algunos rastros de carbonato de calcio.
Y este vino, que acaba de consagrarse como el mejor Malbec orgánico,representa las características de ese terroir.
¿Qué ofrece este vino? Fue criado en toneles de 5.000 litros sin tostar para no enmascarar su complejidad natural: presenta capas de notas de frutas rojas y negras, algo de especias y flores y ligeros toques balsámicos. En boca tiene concentración y músculo, con algo graso y taninos redondos, pero con el pulso de la frescura como punta de lanza y que muestra un costado realmente diferente de Agrelo.
El vino Malbec orgánico más premiado
Vinos orgánicos: cómo trabaja la bodega
Argento forma parte del Grupo Avinea, perteneciente al empresario Alejandro Bulgheroni y que también incluye a una de las bodegas más emblemáticas de Argentina: Otronia, que trabaja bajo un concepto sustentable, libre de pesticidas y herbicidas y, además, es la bodega más austral a nivel mundial.
Argento trabaja desde hace años con foco orgánico
En conjunto, la producción anual se acerca a las 3 millones de botellas, constituyéndose en el mayor productor de vino orgánico del país.
La base, el corazón del proyecto de bodega Argento está en Luján de Cuyo, más precisamente en Agrelo. Y, si hilamos más fino, en una zona que, por las características de suelo y altura, se está diferenciando y está ganándose un nombre propio: Alto Agrelo.
Allí, la bodega cuenta con un viñedo de 232 hectáreas, el cual se trabaja sin ningún tipo de químicos. La magnitud es tal y los resultados son tan convincentes que esta finca se convirtió, poco a poco, en un campo de investigación para universidades, el INTA y hasta para profesionales de otras bodegas.
Juan Pablo Murgia le pone la firma a los vinos orgánicos de Argento
Vinos orgánicos, una filosofía de trabajo
«Somos el productor orgánico número uno del país. No es una estrategia comercial, es una filosofía de trabajo. Estamos convencidos de que es la mejor forma de expresar el lugar», plantea Juan Pablo.
«Trabajamos en balance con el sistema agreocológico, con la flora y la microfauna. Nuestra filosofía esta basada en el no uso de pesticidas y herbicidas y todo eso lo notamos reflejado en el vino, en la calidad de fruta«, agrega el enólogo.
«Todo este trabajo que venimos realizando se siente en la fruta«, afirma el enólogo.
Otro vino premiado y a buen precio
Si estás buscando otro vino premiado y con una excelente relación calidad-precio, entonces podés elegir Doña Paula Estate Malbec 2021, que en supermercados se consigue a $1.223y que acaba de ser elegido como el mejor exponente de la variedad entre 149 etiquetas en una degustación organizada por Decanter.
Este vino de bodega Doña Paula obtuvo 93 puntos, el puntaje más alto otorgado por los integrantes del «Decanter Panel tasting for Value Malbecs».
El Malbec de Doña Paula se consigue a un precio sugerido de $1.223
Bajo la supervisión del ingeniero agrónomo Martín Kaiser, Doña Paula Estate Malbec cosecha 2021 se elabora con uvas de viñedos propios del Valle de Uco, Mendoza: el 90% proviene de una finca en Gualtallary, a 1.350 metros sobre el nivel del mar. En tanto que el 10% restante proviene de una finca en El Cepillo, a 1.100 msnm.
En general, los suelos son franco arenosos y con alto contenido de carbonato de calcio, explica Kaiser, asegurando un estilofresco y buena textura al vino.
El Malbec de Doña Paula proviene de viñedos propios del Valle de Uco
«Doña Paula Estate Malbec manifiesta las singulares características del Valle de Uco con aromas y sabores que lo caracterizan ofreciendo una gran personalidad, elegancia y frescura. Se presenta con un color violeta intenso. En nariz se perciben frutos negros, violetas y especias; también notas minerales y grafito. De gran balance y frescura en boca, con buena concentración y estructura. Con taninos suaves y un persistente final», reseñan desde la bodega sobre este vino, del cual se producen cerca de 900.000 botellas por vendimia.
Originado a partir de unas pocas barricas sobresalientes de la cosecha 1990 que Nicolás Catena guardó para consumo personal, se convirtió en uno de los vinos más buscados por los coleccionistas.
Nicolás Catena no recuerda si fueron 13 o 14 las barricas de la cosecha 1990 que dieron origen al vino más caro de la Argentina. Después de todo, confiesa, “había guardado esos barriles que se destacaban para consumo mío, de mi familia y de mis amigos”. Quien torció ese destino fue justamente uno de sus amigos. Al probar el vino, el chef Francis Mallmann no dudó en cuestionar el propósito del bodeguero: “Le pareció extraordinario y me dijo que lo tenía que sacar a la venta”, recuerda Catena.
Eso hizo y así, casi sin quererlo, introdujo un cambio radical en los vinos de alta gama argentinos. Un cambio en el estilo, pero también en la percepción internacional sobre nuestros vinos. Hoy el Catena Zapata Estiba Reservada es un vino de culto cuyo precio promedio en la plataforma Wine Searcher –algo así como el Google del vino– es el más alto para una etiqueta argentina (US$801). Las primeras añadas se ofrecen en Londres a más de 6700 dólares la botella y en una subasta realizada en Beijing un Estiba 1997 se vendió a 26.000 dólares.
“Cuando Nicolás Catena decidió elaborar un vino para ser disfrutado por hijos y nietos, la vara fue directo a lo más alto: había que elaborar un vino que creciera ya no con el paso de los años, sino de las décadas. El resultado fue un vino que no sólo honró el legado familiar, sino que también marca un antes y un después en la vitivinicultura argentina”, sostiene Andrés Rosberg, ex presidente de la Asociación de la Sommellerie Internacional (ASI).
Nicolás Catena es doctor en Ciencias Económicas y Master en Economía Matemática.
«Un día Robert Mondavi me dice: “No hay que inventar nada, Nicolás, los franceses lo inventaron todo. Solo hay que hacerlo un poquito mejor que ellos»
Nicolás Catena
Pero el cambio estilístico que introdujo el Estiba Reservada fue algo buscado y pensado. Detrás estaba la pasión de Catena por el Cabernet Sauvignon y por hacerle un lugar a la Argentina entre los vinos “world class”.
Vacaciones en California
Bodega de Robert Mondavi, en California
Nicolás toma como punto de partida de su relato los comienzos de los ochenta. Tercera generación de una familia ligada a la vitivinicultura, hasta entonces su apellido dominaba el mercado del vino de mesa con marcas legendarias como Crespi, Facundo o Casa de Troya. “Vendí todo y me quedé solo con el vino fino, que lo elaboraba en una bodega que se llamaba y se llama Esmeralda”, cuenta.
Había adquirido Esmeralda en el 66, y dentro del inventario se topó con toneles llenos de la cosecha 1963 de un notable Cabernet Sauvignon. “Me pareció buenísima y en vez de sacarla con las marcas tradicionales de Esmeralda yo dije “No, este vino se merece una marca nueva” –recuerda–. Y elegí Saint Felicien porque la moda entonces era ponerle nombres franceses a los grandes vinos”.
Saint Felicien no solo fue un éxito de ventas, sino también el vino que inauguró la costumbre –hoy ya establecida en la Argentina– de colocar el nombre del varietal en la etiqueta, algo que hasta ese momento solo hacía Estados Unidos. Pero volvamos a los 80.
Saint Felicien nace con la cosecha 1963, que lleva en la etiqueta un grabado del pintor mendocino Carlos Alonso
“El asunto es que vendí todo y me fui de vacaciones”, retoma Nicolás. ¿El destino? Berkeley, California. Llega allí en 1982 como profesor invitado del Departamento de Economía Agrícola de la Universidad de California en Berkeley.
“Cuando llegué me doy cuenta que Napa Valley estaba a una hora de viaje, entonces lo primero que hicimos con mi mujer fue ir a visitar bodegas el fin de semana”, dice y agrega: “La primera que aparecía en el mapa era la de Robert Mondavi”. (Para ese entonces, Mondavi ya era la figura más relevante del vino norteamericano).
Ese domingo Nicolás y su esposa Elena probaron todos los vinos de Mondavi, los que estaban a la venta, pero también vinos en proceso de elaboración, vinos viejos… “. En cuanto empecé a probarlos me di cuenta que eran otra cosa, que no tenían nada que ver con nuestros mejores vinos –asegura–. Los nuestros eran muy oxidados, ajerezados, de un estilo que le llamaban español-italiano. ¡Eran ricos, sí! Pero completamente diferentes a los californianos: era otro mundo… y me gustó muchísimo”.
Nicolás junto a su esposa Elena, al recibir el premio «Man of the year» de la prestigiosa revista Decanter
Nicolás volvió a Berkeley con el firme propósito de desentrañar los secretos del vino californiano, dominado entonces por el Chardonnay en los blancos y el Cabernet Sauvignon en los tintos. “Me puse a estudiar todo lo que hacían en la viña y en la bodega. Eran conscientes de que una menor producción por planta se traducía en más intensidad, y empleaban varias técnicas para lograrlo. Además, prestaban mucha atención a la higiene en bodega y estaban convencidos de que el secreto estaba en el roble: en la crianza en barricas pequeñas, como se hacía en Francia”.
Los californianos estaban obsesionados con la idea de hacerse un lugar en el trono que ocupaba el vino francés (de hecho, la primera falta de respeto a esa supremacía había llegado en 1976 en el llamado “Juicio de París”, cata ciega en la que un grupo de expertos dio más puntaje a los vinos californianos que a los franceses). “Un día el mismo Robert Mondavi me dice: “No hay que inventar nada, Nicolás, los franceses lo inventaron todo. Solo hay que hacerlo un poquito mejor que ellos”.
Napa quería ser Burdeos con el mejor Cabernet, Sonoma quería ser la Borgoña con el mejor Chardonnay. Testigo privilegiado de esa disputa, Nicolás se lanzó a una cata sistemática de vinos francés. “Me hice amigo del dueño del restaurante The French Laundry, que tenía una colección de vinos franceses, y que cuando iba me servía grandes cosechas de premier crus classés franceses. Siempre me cobraba lo mismo… 10 dólares la botella”. [The French Laundry cuenta con 3 estrellas Michelin, y hoy allí una botella de un premier crus classés como Château Latour o Château Lafite Rothschild no baja de los 3200 dólares].
Nace un nuevo estilo
A comienzos de los 80, la presencia del vino argentino en los mercados de exportación era insignificante. No solo exportábamos poco: lo hacíamos a precios muy bajos. “El principal mercado de exportación en el mundo, en ese momento, era Estados Unidos”, recuerda Nicolás, que en su regreso a la Argentina volvió con una idea clara: hacerle un lugar al vino argentino allí.
Pero para eso había mucho que cambiar. “Volví con el proyecto de hacer un Cabernet Sauvignon y un Chardonnay en el estilo californiano, o californiano-francés como lo llamo, porque el mundo iba en la dirección de Burdeos y Borgoña, no de nuestro vino ajerezado -dice-. Mi proyecto era imitar lo que estaban haciendo en Estados Unidos”.
Viñedo de Agrelo (Luján de Cuyo) de donde salen las uvas para la elaboración del Catena Zapata Estiba Reservada
En 1983 Nicolás compra lo que considera los mejores viñedos de Agrelo (Luján de Cuyo), y comienza a plantarlos con Cabernet y Chardonnay; además, contrata consultores internacionales, y no a cualquiera: Paul Hobbs, californiano y experto en Chardonnay; Jacques Lurton, oriundo del terruño con más experiencia en Cabernet: Burdeos (Francia). Y, por supuesto, compra muchas barricas francesas de roble de 225 litros.
La meta era clara: no inventar nada, sino hacerlo mejor que los franceses y que los californianos. “Al igual que Robert Mondavi, yo también le quería ganar a Burdeos”.
La primera cosecha del proyecto es la 89, pero no conforma a Nicolás. La revancha llega al año siguiente: “Ahí nos entró el miedo de que no lo íbamos a vender el vino, porque era un estilo muy diferente al de Saint Felicien, iba más hacia la fruta, no al sabor ajerezado. La cosecha 90 la destinamos casi entera a exportación y salió a la venta en Estados Unidos con la marca Catena Clásico… ¡y la vendí toda en 30 días!”
Un dato no menor fue el precio: el Chardonnay llegó a Estados Unidos a 13 dólares la botella y el Cabernet a 15. Entonces, el vino argentino más caro se vendía allí a US$ 2,95 y el chileno a 4.95; incluso un buen Cabernet de Napa no superaba los 10 o 12 dólares. “Fue nuestro importador el que nos sugirió ese precio: “Este vino tiene calidad para 15 dólares”, nos dijo. Y generó una imagen absolutamente nueva para el vino argentino, porque creo que cambió radicalmente la percepción de la calidad del vino no solo a través del vino sino de su precio”, sostiene Nicolás.
Los mejores barriles
Sala de barricas de la bodega Catena Zapata, en Agrelo (Mendoza)
Pero dejemos al Catena Clásico y volvamos al Estiba. “Me quedé con los 13 o 14 -no recuerdo bien- barriles del Cabernet de la cosecha 90 que habíamos identificado como los mejores, y los dejé en barrica 5 o 6 meses más, porque a mi me gusta el roble. Pensé “Lo voy a guardar para consumo familiar y de mis amigos”. No era muy racional esa idea porque eran muchas botellas, pero esta cosecha era toda una novedad: era la primera que íbamos a exportar, todo un acontecimiento para la empresa”.
Un día, corría 1991, Nicolás se juntó a almorzar con Mallmann en su restaurante Patagonia y le dio a probar el vino que había reservado para consumo personal: “Recuerdo que me impresionó muchísimo y le dije que tenía que ser el vino insignia de su colección –cuenta el chef–. Él pensó en el nombre, después se diseñó esa etiqueta tan linda y finalmente Marina Gayan [hoy la única master of wine argentina] hizo el estuche tan característico del vino”.
Fueron unas 4000 botellas las que conformaron la primera añada del Estiba Reservada, la 1990, que tuvo una excelente acogida. “Toda la investigación que hicimos en torno al Estiba mostraba que ganaba el nuevo estilo por sobre el que veníamos haciendo, así que entonces giramos toda la elaboración de nuestros vinos hacía ese estilo. Rápidamente la competencia hizo lo mismo”, cuenta Nicolás.
Inconfundible botella del Catena Zapata Estiba Reservada
El estilo californiano-francés fue adoptado en la alta gama del vino argentino, y fue con ese estilo que la Argentina comenzó a hacerse un lugar en el mundo del vino. De eso da cuenta un artículo publicado en la prestigiosa revista Wines Spectator a poco del lanzamiento del Catena Clásico en los Estados Unidos, que destacaba solo 10 vinos “world class” en Sudamérica: 9 chilenos y un Argentino. El argentino llevaba el mismo Cabernet del Estiba.
Con una producción limitada (y precio alto) fue rápidamente adoptado como vino de culto. “El Estiba Reservada es mi sueño de juventud”, confiesa Alejandro Vigil, el segundo enólogo en estar detrás de su elaboración, tras tomar la posta que dejó José “Pepe” Galante en los años 2000. “El Estiba Reserva es la expresión más cercana a lo que entendemos como vinos bordeleses. Es además la elegancia y finura envuelta en Agrelo”, agrega.
A partir de su segunda cosecha, la 1991, y hasta la 1999, Estiba Reservada es un 100% Cabernet Sauvignon elaborado solo con las mejores uvas de la finca de Catena Zapata en Agrelo. “A partir del 2000 le agregamos muy pequeñas cantidades de Petit Verdot, Merlot y Malbec, tratando de imitar los blends de Burdeos. Y con el tiempo volvimos al Cabernet Sauvignon, y más recientemente lo único que le agregamos es un poco es Cabernet Franc”, precisa Nicolás.
«A pesar de ser un vino del que se elaboran muy pocas botellas -y se exportan aún menos-, se convirtió en una de las etiquetas argentinas más buscadas por amantes del vino y coleccionistas alrededor del mundo»
Andrés Rosberg, sommelier
Vino de culto
A ese aura de vino de culto contribuyó el ser un vino que no es presentado a la crítica internacional -“era un vino para la familia y los amigos”, justifica Nicolás-, así como también la particularidad de que solo se vende en Argentina… con dos excepciones: China y Brasil.
“Un día vino el dueño de la empresa que importaba nuestros vinos a China a visitar la bodega y nuestro error fue hacerle probar el Estiba Reservada -recuerda Nicolás-. Estaba yo y el tipo me dice “Quiero este vino”. “Mire es un vino para el mercado interno, no tengo mucho”, le dije. “Yo le compro todo lo que tenga, póngale el precio”. Era un tipo de muchísimo dinero, billonario, y se puso tan violenta la cosa que le dije “Bueno, le vamos a dar lo que nos queda”. Y el tipo se llevó el vino y lo vendió en una fortuna. No tengo forma de comprobarlo, pero me dijeron que vendió a 700 dólares la botella. A partir de ese momento, todo lo que le ofrecemos lo compra”.
El caso de Brasil es diferente. “Venían los brasileños a la Argentina, compraban el Estiba y lo revendían en Brasil. Entonces nuestro importador en Brasil me dijo “Mire, yo el mejor vino que usted tiene no lo tengo”. Y entonces empezamos a darle una pequeña cantidad, ¡y lo vende carísimo!”.
“A pesar de ser un vino del que se elaboran muy pocas botellas -y se exportan aún menos-, se convirtió en una de las etiquetas argentinas más buscadas por amantes del vino y coleccionistas alrededor del mundo -comenta el destacado sommelier Andrés Rosberg-. Pero me atrevo a pensar también que su impacto a nivel local no es menos importante. Nos enseñó que la búsqueda de la excelencia debe ser implacable e incesante; nos recuerda siempre el enorme potencial que tiene el Cabernet Sauvignon de Luján de Cuyo; y, por sobre todo, nos mostró que el vino argentino podía soñar sin miedo y en grande”.
Por su parte Nicolás, que fue quien soñó este vino, con cada nueva cosecha sigue guardando una partida de Estiba Reservada para él, para sus amigos y para sus 8 nietos.
La temporada de frío ya llegó y empiezan a imponerse platos grasos y potentes. Los vinos ideales para el invierno.
Oficialmente comenzó el invierno en el Hemisferio Sur y si bien no era necesaria la llegada del solsticio -venimos acumulando varios fríos en el año-, esta fecha marca la llegada de una temporada en la que los consumidores suelen modificar sus hábitos y preferencias de consumo gastronómico.
El vino, por supuesto, no deja de consumirse durante esta temporada y en cambio se adapta perfectamente a los que están esperando con ansias las comidas calóricas, calientes y potentes.
Como ya dijimos en otra oportunidad, el vino no tiene reglas, por ende no se necesita ninguna fecha en el calendario para degustar el favorito. Aún así, para las personas que respetan los tiempos de cada maridaje y se declaran team invierno en cuanto a la gastronomía, la llegada de estos fríos son una buena noticia.
Los guisos se convierten en la comida preferida de la estación.
A estas personas los esperan los vinos reserva, tánicos, que se sirven a una mayor temperatura. Hay varias opciones. Los taninos son importantes a la hora de darle una sensación de limpieza a la boca, o de barrido de la grasa de las comidas de esta temporada.
Sin embargo, también hay vinos jóvenes de mayor concentración que pueden funcionar perfectamente, dependiendo del maridaje que se elija. Así como tampoco es necesario descartar a los blancos, porque hay opciones de buena crianza y peso en boca que tampoco van a fallar.
Con todos estos consejos sobre la mesa, podemos repasar algunas etiquetas que estarán encantadas de estar en la mesa de los team invierno.
Cabernet Hinojosa Roble
Cabernet Hinojosa Roble
El primer vino responde a la categoría de los tintos reserva, y tiene la particularidad de ser producido con un cepaje que se adapta muy bien a este tipo de vinos: el Cabernet Sauvignon.
Este vino se produce con uvas 100% Cabernet Sauvignon de Vista Flores, Tunuyán. Tiene un aroma intenso, y notas que le aporta la crianza de 8 meses en barrica de roble francés. Es ideal para maridar con carnes rojas asadas, con pimienta negra. Los caldos y guisos no le van nada mal. Se recomienda servir a una temperatura de entre 14 y 18°C.
Puramun Reserva Malbec
Puramun Reserva Malbec
Este vino es un blend de terroirs Malbec del Valle de Uco, entre Pampa El Cepillo, Campo Los Andes y Los Chacayes. Es un vino producido por la bodega de “Pepe” Galante y sus hijos. Este Malbec pasa 12 meses en barricas de roble francés de las cuales un 20% son nuevas.
Los Helechos Chardonnay
Los Helechos Chardonnay
La última opción para la llegada de los fríos es producida por Los Helechos. Posee crianza de roble y frescura, con uvas de Gualtallary. La particularidad es que se puede conseguir la cosecha 2016, que está en la cúspide de su evolución.
Se destacan notas frutales y florales. Es fresco y tiene una acidez equilibrada. “Es muy untuoso con un buen peso en boca”, explica el sommelier de la bodega, Facundo Balverde. La mitad de este vino pasa por barrica lo que le aporta frescura y equilibrio a la vez.